Los días 15 y 16 de octubre se realizó en la sede de FLACSO Argentina un seminario que dictó la especialista brasileña Nicia de Queiroz Grillo, en el marco del proyecto “Otros comunicadores”. Al mismo asistieron por nuestro instituto, su director, Esp. Lic. Ricardo Rambaudi y el docente Prof. Gustavo Rosa. Nicia Grillo investiga desde hace años la utilización de historias de la tradición oral como herramienta práctica para el cambio social y el mejoramiento de los procesos comunicativos. En función de compartir la experiencia de este seminario el prof. Gustavo Rosa dictó un taller donde volcó a los docentes de nuestra institución los conceptos trabajados por Nicia Grillo.El mismo se realizó el 14 de noviembre bajo el título “El cuento popular como estrategia para el cambio individual y colectivo”
A continuación transcribimos algunos conceptos vertidos por el Prof. Gustavo Rosa.
Los cuentos populares. De los arcanos a la creatividad cotidiana
Uno de los grandes problemas que enfrentamos los docentes en el aula es la falta de interés de adolescentes y jóvenes ante la lectura. Cuesta que logren encontrar algo interesante en esa práctica. Resulta difícil que se predispongan a leer. Podemos encontrar infinidad de causas para este problema, pero a la hora de buscar soluciones, parece que hay muy pocas.
Cómo despertar el interés hacia la lectura parece ser un desafío para los docentes. Es probable que el contexto en que se desarrollaron y crecieron no haya sido lector. Sin un modelo en la familia, es muy raro que se despierte el interés por la lectura.
La escuela parece ser la encargada de incentivar, de cubrir ese bache en la vida cotidiana de los alumnos. Pero para eso, es necesario despertar el interés, hacer que la lectura sea divertida, creativa, despojada de solemnidad...
La lectura de cuentos populares puede ser una herramienta muy útil en el aula y despierta en adolescentes y jóvenes actitudes insospechadas. A partir de un cuento, se pueden practicar varios niveles de enseñanza. El cuento popular –la fábula sin moraleja- es una historia de sabiduría ancestral. Sus contenidos pueden actualizarse con cada lectura y presentan nuevas perspectivas ante problemas cotidianos, pues muchos hasta tienen la forma de consejos.
La lectura de estos cuentos permite el espacio de la reflexión y la elaboración de conceptos propios. El uso de los cuentos-enseñanza sumado a las estrategias de creatividad, han servido como herramienta de comunicación y de desarrollo de capacidades. Y algo que es muy importante y que puede romper con el prejuicio que se tiene hacia la lectura –su carácter de “inactividad”- : con la lectura de estos cuentos se busca aumentar la percepción de uno mismo y de la realidad circundante abriendo los sentidos por medio de la creación en algunas de sus formas.
Estas historias-enseñanza son parte del tesoro cultural que nos fue legado. Están presentes en el folklore de los pueblos y en los relatos que se transmiten de generación en generación. Algunas fueron creadas con el propósito deliberado de transmitir el conocimiento y preservar la comunicación en diferentes niveles. Otras se fueron amasando de boca en boca, experiencia a experiencia. Estas historias traen consigo un proceso completo de aprendizaje, con comienzo, medio y fin, en busca de soluciones posibles y de estrategias que han funcionado. Tienen el don de proporcionar experiencias. El conocimiento contenido en ellas asume múltiples formas que no se invalidan las unas a las otras y pueden percibirse simultáneamente.
Trabajar con estos cuentos permite construir un ambiente de intimidad y confianza en el aula. Cuando el alumno ve que el docente acompaña en el proceso de elaboración de ideas a partir de un disparador, se siente más seguro para aportar. En los cuentos las situaciones se resuelven como en un gran rompe cabezas donde tenemos la posibilidad de percibir el dibujo entero. En el gato con botas, el ogro se convierte en un ratón y el gato puede comérselo para terminar con el problema. Eso es lo contrario de lo que hacemos en nuestra vida cotidiana: sobredimensionar un problema hasta no poder con él o darle importancia desmedida apenas a un aspecto.
En este modelo de trabajo que se propone es fundamental conocerse y estimarse. Conocerse es también conocer las señales que envía nuestro ser interno: el facto presente. Pero si uno conoce cuentos e historias que indican cómo seguir las señales, puede familiarizarse con la idea de que hay señales, de que pueden ser seguidas y que los tesoros escondidos y enterrados siempre tienen un mapa, rastros o pistas para descubrirlos.
Uno de los grandes problemas que enfrentamos los docentes en el aula es la falta de interés de adolescentes y jóvenes ante la lectura. Cuesta que logren encontrar algo interesante en esa práctica. Resulta difícil que se predispongan a leer. Podemos encontrar infinidad de causas para este problema, pero a la hora de buscar soluciones, parece que hay muy pocas.
Cómo despertar el interés hacia la lectura parece ser un desafío para los docentes. Es probable que el contexto en que se desarrollaron y crecieron no haya sido lector. Sin un modelo en la familia, es muy raro que se despierte el interés por la lectura.
La escuela parece ser la encargada de incentivar, de cubrir ese bache en la vida cotidiana de los alumnos. Pero para eso, es necesario despertar el interés, hacer que la lectura sea divertida, creativa, despojada de solemnidad...
La lectura de cuentos populares puede ser una herramienta muy útil en el aula y despierta en adolescentes y jóvenes actitudes insospechadas. A partir de un cuento, se pueden practicar varios niveles de enseñanza. El cuento popular –la fábula sin moraleja- es una historia de sabiduría ancestral. Sus contenidos pueden actualizarse con cada lectura y presentan nuevas perspectivas ante problemas cotidianos, pues muchos hasta tienen la forma de consejos.
La lectura de estos cuentos permite el espacio de la reflexión y la elaboración de conceptos propios. El uso de los cuentos-enseñanza sumado a las estrategias de creatividad, han servido como herramienta de comunicación y de desarrollo de capacidades. Y algo que es muy importante y que puede romper con el prejuicio que se tiene hacia la lectura –su carácter de “inactividad”- : con la lectura de estos cuentos se busca aumentar la percepción de uno mismo y de la realidad circundante abriendo los sentidos por medio de la creación en algunas de sus formas.
Estas historias-enseñanza son parte del tesoro cultural que nos fue legado. Están presentes en el folklore de los pueblos y en los relatos que se transmiten de generación en generación. Algunas fueron creadas con el propósito deliberado de transmitir el conocimiento y preservar la comunicación en diferentes niveles. Otras se fueron amasando de boca en boca, experiencia a experiencia. Estas historias traen consigo un proceso completo de aprendizaje, con comienzo, medio y fin, en busca de soluciones posibles y de estrategias que han funcionado. Tienen el don de proporcionar experiencias. El conocimiento contenido en ellas asume múltiples formas que no se invalidan las unas a las otras y pueden percibirse simultáneamente.
Trabajar con estos cuentos permite construir un ambiente de intimidad y confianza en el aula. Cuando el alumno ve que el docente acompaña en el proceso de elaboración de ideas a partir de un disparador, se siente más seguro para aportar. En los cuentos las situaciones se resuelven como en un gran rompe cabezas donde tenemos la posibilidad de percibir el dibujo entero. En el gato con botas, el ogro se convierte en un ratón y el gato puede comérselo para terminar con el problema. Eso es lo contrario de lo que hacemos en nuestra vida cotidiana: sobredimensionar un problema hasta no poder con él o darle importancia desmedida apenas a un aspecto.
En este modelo de trabajo que se propone es fundamental conocerse y estimarse. Conocerse es también conocer las señales que envía nuestro ser interno: el facto presente. Pero si uno conoce cuentos e historias que indican cómo seguir las señales, puede familiarizarse con la idea de que hay señales, de que pueden ser seguidas y que los tesoros escondidos y enterrados siempre tienen un mapa, rastros o pistas para descubrirlos.